Aprendiendo a cocinar con humor
Cansado ya del tráfico de tuppers desde la casa materna y
de la comida prefabricada, tomé una decisión que transformaría mi vida…, me
apunté a un curso de cocina, ¡con un par!
Un curso de cocina...para entretenerme por las tardes
Llegué allí con los nervios de un colegial en su primer día,
y me encuentro que somos casi todo tíos, así que si alguno estáis pensando en ir
a estos cursos a ligar, ya podéis desechar la idea y apuntaros a clases de
zumba, o mejor aún, a danza del vientre, donde el mayor problema no será que no
haya mujeres de sobra, sino que no existirá vestuario masculino y os tocará ir
cambiados de casa.
Caramba,
un taller de cocina y solo tíos… y yo que venía a ver si ligaba algo más que una salsa.
Y es que las mujeres, complejas a más no poder, en temas culinarios
se dividen en tan sólo dos tipos: las de madres tradicionales que les
enseñaron a cocinar para encontrar un
buen marido, “niña que a los hombres se les conquista por el estómago”, un
tópico donde los haya porque todos sabemos que el centro de decisión está un
poco más abajo y claramente identificado.
El segundo tipo, son las que
consideran una humillación mancharse las manos para alimentar al tío ese que
está tirado en el sillón, viendo la tele mientras se rasca … lo que tenga a
mano. Pues bien, las raritas que no encajan en alguno de estos dos grupos, son
las que os podéis encontrar en un curso de cocina.
¿Y qué tipo de mujeres se apuntan a una escuela de chefs?
Allí estábamos todos en formación, la rarita y varios
hombres jóvenes emancipados. Quizás algunos ya no tan jóvenes, pero ya sabemos
el daño que ha hecho la crisis a la edad de emancipación.
De repente, se hace
el silencio y aparece el maestro, gurú,
artista de los fogones. Todo un figura; mirada desafiante, los pelos para arriba,
gafas de diseño, chaquetilla de esas con su nombre bordado y dos hileras de
botones a punto de reventar…, porque esta gente tiene tendencia estar un poquito
“fuerte”. Y es que un cocinero flaco es como un peluquero hetero, nada indica
que sea malo, pero inspira menos confianza.
Ese cocinero está muy flaco, no me fio.
El tío era un auténtico fenómeno, con la mano izquierda sujetaba una cebolla, con
la derecha la cortaba, el móvil entre la oreja y el hombro, con el pie derecho
encendía un fuego, con el izquierdo agarraba el mango de la sartén…una
auténtica máquina.
Ver aquél espectáculo me hizo dudar sobre si era correcto el
concepto que yo tenía de lo que era un robot de cocina, no tienen por qué parecerse a una nave espacial, un cocinero hábil hace las funciones.
Pero es que los chefs
no son personas normales y pueden hacer varias cosas a la vez, son artistas,
gente creativa y menos cuadriculada que el resto del género masculino.
Aunque eso también tiene sus inconvenientes, como por
ejemplo los tiempos: sofreír hasta que tenga buen color… y buen color es el que
tiene Julio Iglesias, pero no sé yo si eso es también lo correcto para una
cebolla troceada.
Freír
hasta que adquiera un tono dorado…pero si los hombres no distinguimos los
colores.
Lo mismo ocurre con las medidas, que si un chorrito de
aceite, una pizca de sal… y luego ves
que son las cantidades que tú usarías en todo un mes. Y es que los artistas son
así…me imagino a Miró frente a un lienzo en blanco, pensando: “voy a darlo
un toquecito de color”, y ya conocemos el resultado.
Otro rasgo característico de estos artistas es su tendencia
al caos y al olvido. De hecho yo creo que la gran evolución culinaria de los
últimos tiempos, ha sido como el descubrimiento de la penicilina, por
casualidad.
-Jefe, que nos han cortado el gas y no puedo cuajar la
tortilla…
-Gluuupps, si olvidé renovar el contrato, ji, ji que cosas.
Bueno no importa, mételo en cualquier recipiente que lo sostenga y ya me
inventaré algo original que contarle a los comensales.
Y apareció la tortilla desestructurada, te cobran un dineral
y encima te dicen que ha sido fruto de la genialidad del chef.
Tortilla desestructurada...tema 2 del cursillo de cocina para despistados
Lo mismo ocurre con esa costumbre de trocearlo todo tan fino,
no es creatividad, no, es para que el
comensal no se dé cuenta que se está comiendo otra cosa distinta a lo que ha
pedido.
En trocitos bien diminutos, bien
aderezado y tapado con muchas verduritas…a ver quién distingue que lo que se
está comiendo es otro pescado distinto al que pidió. Pero es que un cocinero no
hace una lista de la compra, sino que “deja fluir su inspiración” entre los
lineales del súper. Si se olvida alguna cosa, un mal menor que solventará a
base de ingenio.
En todo caso, malentendidos aparte, la experiencia, tremendamente positiva. He aprendido mucho,
por lo general lo que no se debe hacer, todavía cuento con cinco dedos en cada
mano, no se me ha chamuscado el flequillo… y ahora para mis cenas románticas, ya sólo me falta la chica.
Y
si a pesar de lo divertido que fue mi curso de cocina, eres de los que tienen
más nivel o prefieren ir directos al grano, no dejes escapar un buen libro
de recetas.
Buenísimo
ResponderEliminarA mi modo de ver sincero, realista y aderezado con buen humor
Me ha encantado, Pedro
Muy bueno... ¡A ver cuándo podemos disfrutar de tus delicias culinarias!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarLa rarita al aparato...jajajaj muy bueno, has descrito nuestro curso de cocina muy bien y elocuentemente!!! Seguro q alguna rara más se apuntaria si te leyese....sólo por conocer a nuestro chef y al ingeniero creativo!!!
ResponderEliminarYo me apunte por ser algun dia del tipo 1!!!!jajajaj muy bien.
y que hubiese sido de nosotros sin la encantadora rarita. todo el tiempo hablando de fútbol y de "setas"
Eliminary que hubiese sido de nosotros sin la encantadora rarita. todo el tiempo hablando de fútbol y de "setas"
EliminarY valorando a los de tu profesión....no lo olvides..
EliminarMe ha me ha encantado la descripción. Humorística pero totalmente cierta!!
ResponderEliminarYo también sigo con los 5 dedos de la mano, aunque el pulgar todavía tiene secuelas!
es que tu eres como la Pantoja en el escenario, que lo da todo
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarHa sido genial Pedro!! Me he meado de la risa. Cuando me lo ha pasado Esther decia "jo, lo ha clavado" jajajaja. Te falta el experto amateur de la cocina que destroza pollos con la soltura de un marionetista manco... Jajaja
ResponderEliminarjajajajj que buenooooo
ResponderEliminarMuy bueno jajjajaja
ResponderEliminarAl final que, conseguiste hacer ya un potaje, una fabada??
Lore, algo se hacer, pero lo más importante que aprendí en el curso de cocina es ... que no me merece la pena pasarme 2 horas en la cocina para la satisfacción que me da.
ResponderEliminarpero el saber no ocupa lugar, y me lo pasér muy bien, así que volveré
ResponderEliminarPues eso es lo importante, que te lo pases bien y disfrutes.
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