Mi paso por el colegio
Acabamos hace unos meses hablando
de los cursos de verano, pero antes de llegar al verano y sus estupendas vacaciones, había que pasar por el curso académico.
Después de estar durante preescolar
en el colegio de mi hermana, llegó la escolarización obligatoria. Como no eran mixtos por aquellos tiempos, mis padres me inscribieron en el
de curas cerca de casa.
Colegios mixtos...demasiado moderno para la época
Colegios mixtos...demasiado moderno para la época
En principio me iban a llevar donde los Jesuitas, como
mi primo, pero en un acto de sensatez, pensaron que era más cómodo quedarse en
el colegio más cercano.
Recuerdo que incluso nos hicieron una prueba de ingreso.
Ni idea de en lo que consistió, pero si recuerdo al cura que estaba con
nosotros en el aula dándonos las instrucciones. Era un “hermano” de los de
antes, que todavía vestía con sotana y parecía tener más años que Matusalén.
Tiempo
más tarde supe que era el profesor de latín y griego, y por su edad, apostaría
que mantuvo interesantes debates sobre filosofía con el mismísimo Platón.
Su profesor de griego fue el mismísimo Platón.
Fue a lo largo de los cursos
cuando conocí a los amigos esos “de toda la vida” y que todavía conservo. El
intrépido Carlos, que llegó en la preadolescencia cuando a su padre lo
trasladaron de ciudad. Javier, que no era digamos muy estudioso.
El profesor de
inglés, nos confesó que lo ponía en primera fila al lado de otro, porque como
éste último se pasaba los veranos en EEUU, a ver si había suerte y se le pegaba
algo. Inglés por ósmosis, ¡una técnica revolucionaria!
Inglés por ósmosis...una técnica de aprendizaje vanguardista
Estaba también José
Manuel, JM, que era un chico tan listo, que como no había hueco en su curso cuando
llegó al colegio, lo pusieron con nosotros, un año mayores. A pesar de ir con
un curso de adelanto, incluso destacaba en todas las asignaturas … menos en
gimnasia.
El tópico del empollón que se cumple de nuevo, aunque él no era gordo
ni llevaba gafas. Eso sí, todo lo que tenía de inteligencia racional, le
faltaba en emocional. Años más tarde, una mañana de sábado en que su madre
estaba haciendo la colada, entró en la cocina y le dijo:
-Mamá, que me caso.
-Ah, ¿pero tienes novia? Fue todo
lo que balbució la pobre mujer.
Y así, entre camisetas y
calzoncillos sucios fue como su madre se enteró de que pronto iba a tener
nuera. De todas maneras, para lo mal que le salió el matrimonio, podía no
habérselo dicho y ahorrarle a la buena señora, primero la sorpresa y luego el
disgusto.
-Mamá, que el sábado no me
esperéis a comer y que me voy de viaje. Te enviaré una postal desde Cancún.
Y para terminar la cuadrilla,
Ramón, un tipo que llegó el último año porque en su colegio no había COU y del
que podríamos destacar que no era muy espléndido y que tenía un sentido del
humor un tanto escatológico.
Con compañeros de clase así...bastante normal he salido yo
Poco a poco fueron pasando los
años. Clases de física y química con el hermano Tomás y Don Bernardo, que nos enseñaron
qué era eso de los átomos, electrones y demás.
El Pichi, un profe de matemáticas
tan chulo que no podía tener otro mote. La de veces que me temblaron las
piernas cuando me sacó a la pizarra a resolver derivadas o integrales.
O el de
literatura, un hombre tan refinado que se quedó con el “Floro”. Justo lo contrario
era el de gimnasia, un sargento retirado de la Legión que pretendía hacer de
nosotros auténticos boinas verdes, y que cuando el gimnasio estaba lleno de polvo,
era cuando más le gustaba hacernos reptar por el suelo.
Lo que me sorprende es no verlo todavía como deporte olímpico.
Creo que las madres del
AMPA tuvieron mucho que ver en su despido.
Aprobado en gimnasia al alumno que mejor limpie el suelo
Recuerdo que las clases de música
nos las pasábamos escuchando a los clásicos, aunque luego para aprobar la
asignatura, de lo que se trataba era de memorizar la vida y obras de los
distintos compositores, que nos las daban en fotocopias.
En un examen sobre la
música del siglo XIX que llevaba con alfileres, el profe nos dictó los
compositores a desarrollar y uno de los que cayó fue “camil sen sen” pero
¿quién es ese, me dije?, ¡si no me suena haberlo visto en los apuntes!
Imagino
que un sudor frio recorrería mi espalda, pero repasé mentalmente todos los
compositores y llegué a la conclusión de que se trataba de Camille Saint-Saëns,
del que sabía lo suficiente como para defenderme. Menos mal que se me ocurrió
pensar que el profe de música podía saber francés y aquello no se pronunciaba como
yo lo memoricé.
Esto me hace recordar una columna que leí una vez sobre Tuluto
III. Contaba el artículo, que un profesor de Jaén hizo un examen a sus alumnos
preguntando acerca de este personaje. Se quedó sorprendo cuando uno de ellos
respondió que se trataba de un rey visigodo.
Pero ¿qué barbaridad es esta? ¡Si
he explicado en clase la semana pasada que se trata de un pintor galo! Pero
claro, intenta tú pronunciar Toulouse Lautrec en “andaluz” y a ver qué te sale.
Al menos el chaval, que no había atendido en clase lo más mínimo, respondió con
lógica.
Tululo III...¿pero eso entraba en el exámen?
Los curas de mi colegio no es que
tuvieran un departamento comercial, pero no dejaban escapar ocasión para captar
adeptos. Un día preguntaron en clase quienes estaríamos interesados en
profundizar en nuestra fe cristiana, y nos dieron un papel para escribir
nuestro nombre y respuesta.
Yo, inocente de mí, pensé, que respondiendo que sí,
les caería mejor y algún puntillo más conseguiría en los exámenes.
Además,
seguro que a mi madre, devota ella, le agradaría y algo sacaría también. Pero
claro, como los curas no daban puntada sin hilo, a los pocos días nos dijeron que,
dado nuestro interés, se crearía con nosotros uno de los llamados “grupos
cristianos” que se reuniría todas las semanas.
En la primera reunión coincidí
con algunos de los chicos con los que me relacionaba, Dios nos cría y nosotros
nos juntamos y aunque en principio el tiro me salió por la culata, tengo que
decir, que no me lo pasé mal y que el karma me lo devolvió.
¿Quién quiere unos puntitos más en la asignatura?
En paralelo a todo esto, de dos
en dos, uno de los curas nos iba “tanteando” para ver si nos “afiliábamos” a la
orden.
Este hombre era un poco, llamémosle, cariñosillo. No es que se propasara
con nosotros, pero a veces era un tanto tocón, cosa que nos hacía mucha gracia
si venía de él, pero que hacíamos en el equipo de baloncesto, que nos tocábamos
el culo entre nosotros o con el entrenador cada vez que metíamos una canasta. En aquellos tiempos parece que era lo normal para celebrar 2 puntos.
El tema es
que cuando íbamos a hablar de nuestra fe, este cura nos llevaba a un saloncito
donde había 2 sillones y un sofá. La táctica era sentarse en los sillones, que
eran individuales.
Mi amigo Luisma, que era listo y maleducado, hacía todo lo
posible por entrar el primero y sentarse en el sillón más cercano a la puerta.
Yo lo hacía en el del otro extremo y el cura en el sofá. Una vez acabada la
charla, Luisma se levantaba corriendo, el anfitrión, dejaba pasar a sus
invitados saliendo el último y claro, el culo que quedaba desprotegido en
retaguardia era el mío, que era el que se llevaba la palmadita.
Poco duraron
estas sesiones porque pronto quedó claro que nuestra vocación era nula.
Del colegio al seminario...esa delgada línea
Pero lo de Luisma era normal y se
vio cuando fuimos al cine con Gemma, la larguirucha que nos queríamos ligar. Esta
vez yo me las ingeniaba para entrar el primero, pensando que él sería educado y
la dejaría pasar, quedando ella entre ambos. Pero maleducado o interesado
pasaba él delante.
Todo esfuerzo en vano, porque no nos la ligamos ni él ni yo,
pero siempre yo parecí gustarle más. Lo de Luisma era en cierta manera
comprensible, porque no podía ser más rara su familia. Eran 5 hermanos y
parecía que uno salía listo y el siguiente ya un poco defectuoso, como que sus
padres lo daban todo concibiendo a uno y ya no les quedaban energías para el
siguiente.
Su hermano mayor, un tipo listísimo, ingeniero aeronáutico de nivel.
El siguiente un vago y un jeta que se pasó un porrón de años jugando al mus en
el bar de la facultad de derecho y a veces en clase.
La chica fue la siguiente,
pero es a la que menos conocimos y nunca dio muestras de parecerse a sus
hermanos. Luego vino Luisma, que salió listo, quizás demasiado. Por último el
Lucas, al que le tocó de nuevo ser un poco tonto, aunque años después es el que
mejor se gana la vida, hacía arte sobre fogones.
Tonto para los estudios...espabilado para la vida
En esta familia era raro hasta el
perro, un “quasi” pastor alemán llamado Rambo, que vino al mundo con alguna
tara mental. Cada vez que le decían “ataca, Rambo, ataca” les mordía a ellos,
por lo que su función de perro guardián quedó muy limitada.
Tampoco era
recomendable agacharse a recoger algo de suelo o a abrocharse los cordones,
porque en cuando veía a alguien en esa posición, trataba de montarlo. Dicen que
el perro se parece al dueño, pues en cierta manera va a ser que sí, porque el
Luisma siempre estuvo un poco salido y no se comía una rosca. Y eso que fue de
los primeros en tener moto y coche compartido con sus hermanos.
CONTINUARÁ...No os lo perdáis, que hablamos de sexo