El concurso de cocina
Agustín era un profesor de
matemáticas recién jubilado que decidió presentarse al concurso de tortillas de
las fiestas del pueblo.
Para contar con cierta ventaja,
pensó que le serían de gran utilidad todos los conocimientos matemáticos que
atesoraba y no dejar al azar su
elaboración. Listó todas las variables implicadas; cantidades de patata, huevo,
cebolla, sal, aceite…y los tiempos de fritura y cuajado. Mediante unas fórmulas,
determinó que tendría que hacer 14 tortillas de prueba para cubrir las
combinaciones principales. Las fue elaborando y dando a probar a su mujer e
hijos y el veredicto fue unánime, la mejor era la número 9.
El día del concurso estuvo muy
tranquilo, se sabía ganador. El resto de los participantes se movían nerviosos
de un lado a otro profiriendo improperios con frecuencia. Él, sin embargo, actuaba con tranquilidad, como un autómata programado para ejecutar su labor sin nervios.
Los cuatro miembros
del jurado le otorgaron el primer premio sin dudarlo.
Con el galardón en la mano, marchó
eufórico a abrazar a su familia.
-Sin vuestra ayuda hubiera sido imposible.
-Papá, tenemos un secreto que
contarte. Nos cansamos de comer tortilla en la quinta o sexta y comenzamos a darle los trozos al perro.
Y es que la confianza parece más
poderosa que las matemáticas.