Las mujeres de Castilla
Una vez escuché a uno de Bilbao decir que, por aquellos lares las mujeres eran tan complicadas, que se rumoreaba que se reproducían por esporas.
Me temo que aquel tipo no conocía cómo son las cosas un poco más al sur, o lo mismo sí, que ya se sabe que los de Bilbao nacen donde quieren.
El clima por la meseta castellana es frio en invierno y seco en verano lo que parece que también se extiende al carácter de sus gentes. Seguro que el de los hombres también es así, que todo se pega, pero hoy nos centraremos en las féminas.
El tema es que la mujer castellana parece que está siempre a
la defensiva y acercarse a alguna se ha convertido en deporte de riesgo, como plantarle cara a una de esas guerreras de cómic.
¿Practicas algún deporte de riesgo? No, solo intentar hablar con mujeres castellanas
Una vez, en uno de esos cursos raros que me gustan, bueno, de crecimiento personal y espiritual, que imagino que habrá gente que me entienda y no le parezcan raros, nos pusieron deberes para hacer todos los días hasta la clase siguiente una semana después.
La tarea consistía en hablar con al menos 3 desconocidos cada día. Y por supuesto que había que hacerlo de manera amable, discutir en la típica bronca de conducción no contaba para este ejercicio porque lo que se pretendía era “valorar” la teoría del karma y lanzar al universo nuestras buenas vibraciones.
Entre los sitios que suelo frecuentar en los que me encuentre con gente que no conozca no se me ocurrieron otros que la piscina, el quiosco, el super, la biblioteca…, porque seguir a gente por la calle para que conversaran conmigo me parecía más de psicópata y no era esa la esencia del ejercicio.
Es curioso, esto que acabo de contar y nos parece de
trastornados en el mundo real, es lo que se hace en las redes sociales,
seguir a gente que no conoces de nada para hablar con ellos de cualquier cosa.
¡Y aquí no te toman por loco sino por influencer!
En el mundo real a dos velas, pero en Instagram sigo a un montón de chicas estupendas.
Así que me puse manos a la obra y es cuando comprobé que la mujer de Castilla tiene la defensa bien alta, como los buenos púgiles.
Según nadaba en la piscina vi a una haciendo unos movimientos de cuello y estirando la espalda con cara de que le doliera. ¡Ahí está mi oportunidad pensé! Y en cuanto llegué a la orilla le dije algo así como:
─Si te duele la espalda este es el mejor sitio en el que puedes estar.
Al menos me contestó, pero su respuesta fue:
─Pues sí, es que tengo un bebé que siempre me pide brazos.
Lo que traducido viene a significar: “oye, no te acerques que alguien me ha dejado embarazada hace poco y no estoy en el mercado”. Bien, marcando las distancias desde el primer momento.
Puff, ¡que fría está el agua de la piscina! Si, a mi bebé se la caliento un poco más
No sé si alguna vez día cumplí el objetivo de hablar con 3 extraños cada día, pero recuerdo que una vez en el super vi a una mujer que tenía un tarro de miel en su carrito. Pensé que aquella era una buena oportunidad y pregunté con toda educación:
─Perdona, ¿Dónde está la miel? ─dije señalando a su carro.
Ella levantó la mirada y respondió con cara de asco.
─No sé, yo no trabajo aquí.
Ya chica, si había notado que no llevabas el uniforme del super, pero si está en tu carrito, de alguna estantería lo habrás tenido que coger, digo yo.
Solo le faltó decirme: “no lo sé, ha sido mi novio culturista y celoso el que la ha traído”.
Me vino a la menta la vez aquella que pregunté por la talla de las camisetas de niño en mi lugar de veraneo. ¡Parece que en todos sitios cuecen habas!
No me digas, pero por tu carácter…diría que naciste en la Castilla profunda
Yo no me lo tomo como algo personal, porque una vez un compañero de trabajo me contó que, en el gimnasio, cuando intentó entablar conversación con la chica del aparato de al lado, esta le respondió: “oye que tengo novio” …, pues enhorabuena ¡porque con ese humor!
Aunque todo sea dicho, como hay gente que al gimnasio va a todo menos a hacer deporte, quizás no fuera el primero que intentara hablar con ella, que mi amigo no se arrima a la más fea.
Para ser justo también tengo que reconocer que no todos mis intentos “piscineros” de entablar una conversación fueron como el anterior.
Una vez había una chica en la calle contigua, que tenía muy buen tipo y nadaba de maravilla. La verdad es que ver un cuerpo estilizado moviéndose armoniosamente es algo muy estético, así que cuando coincidimos en uno de los bordes, le dije:
─Da gusto ver lo bien que nadas a espalda.
Ella me miró con una sonrisa espléndida y respondió:
─I’m so sorry, I don´t speak Spanish
Ah vale, que no es de aquí, ya me extrañaba esa sonrisa. La chica era muy simpática y me explicó que era noruega, que estaba de Erasmus con su novio y que nadaba tan bien porque desde pequeñita había estado en un equipo.
Una pena, para una chica agradable que me encuentro y pronto
se tendría que volver a su país.
Demasiado simpática, esta chica me da que no nació cerca del Duero
En otra ocasión estaba en un seminario de la cámara de comercio donde nos juntamos gente de varias empresas que no nos conocíamos entre nosotros.
Aunque había un ponente que explicaba la materia, la mayor parte del tiempo estábamos con nuestro portátil manejando el programa que enseñaba. En un descanso coincidí con una mujer en la máquina de café.
Por hablar de algo comenté algo así como:
─Da gusto descansar un rato, sobre todo para la vista, que ya son varias horas con el ordenador
Y ella me responde
─Si, eso mismo les digo yo a mis hijas pequeñas, que dejen de usar tanto las pantallas.
Vale, me doy por enterado tienes niñas jovencitas.
Lo siento, aunque tenga 30 años una mujer castellana no habla con extraños
Y no fue esta la única vez. Una funcionaria del ayuntamiento, en la típica conversación informal en la que se habla del clima, en su segunda frase me soltó el frío que había pasado con sus niños y su marido ese fin de semana en la nieve. ¡Si yo solo era amable para que me agilizaras el papeleo!
La otra cola con el funcionario a punto de jubilarse me pareció que sería más lenta.
Así que después de todas estas situaciones y sin ánimo de sentar cátedra, llego a la conclusión de que la mujer castellana, aparte de guapa y encantadora con quién quiere, es dura de pelar y siempre con la defensa bien alta.
A fin de cuentas, la Generación del 98 se enamoró de Castilla, y aparte de los trigales, seguro que alguna castellana tuvo algo que ver.
¿Ocurre lo mismo donde vives tú?