El tesoro escondido
¿Te imaginas que te encuentras un tesoro enterrado en el jardín? Pues si eres español casi olvídate, tenemos la costumbre de vivir en pisos, sin embargo, eso es lo que le ocurrió a un agricultor danés.
*Imagen generada con IA
Todo el día currando para…encontrar un tesoro enterrado
Eso debió pensar un agricultor del norte de Dinamarca que se encontró un saco lleno de billetes cuando limpiaba su jardín.
¿Te imaginas? Estás haciendo un agujero en la tierra para plantar unos rosales y de repente aparece un saco viejo. Si te ocurre esto lo más probable es que sean los restos de un gato que con todo su cariño enterró tu abuelo años ha, pero en el caso de ese hombre, aquel saco contenía un montón de billetes.
Estos nórdicos son tan honrados que dicen las noticias que lo primero que hizo fue avisar a la policía. Aunque también hay que pensar que el hombre se conformaba con la recompensa, que según la legislación danesa, es del 10%.
Y si somos un poco cabroncetes también podríamos pensar que los billetes eran antiguos y no los podía colocar haciendo compras por ahí, que todo es posible.
Y por qué a mí no me pasa
¡Y mira que lo intento!
En mi familia tenemos una segunda residencia en el campo. Según cuenta la historia, o los dichos de los lugareños, el tesoro del noble que dominaba aquellas tierras nunca se encontró y, aunque nuestra casa está a 3 km del castillo, siempre sueño ¿y por qué no?
Porque piénsalo bien ¿dónde buscaría todo el mundo un tesoro? Pues en las mazmorras o los subterráneos del castillo, dentro del pozo, en un hueco del muro…
Y como esos son los lugares más probables, un noble inteligente lo haría en un sitio donde nadie busque, como por ejemplo… a 3 km, justo en mi parcelita de media hectárea de extensión.
Latas de sardinas, mi tesoro escondido
Lo de buscar tesoros enterrados en mi parcela no es más que ficción, porque lo que yo me digo, con la cantidad de tierra que se ha movido por allí; los cimientos de la casa, el pozo, la piscina y todas las tuberías de riego, ya queda claro que el noble conde que dominaba aquellas latitudes, o se fundió su tesoro en guerras y concubinas o lo escondió en otro sitio.
De hecho, cada vez que hay una fuga en una tubería, porque alguna raíz la ha machacado y tengo que abrir una zanja para repararla, lo más probable es que me encuentre latas de sardinas o restos de ladrillos.
Oye, y eso está muy bien, porque es la señal de que la tubería está cerca y tengo que picar con más cuidado. En las obras profesionales se hace, se entierra por encima una cinta de plástico de diferentes colores, para saber si lo que hay debajo es una tubería de agua, de gas, cable eléctrico…no provoques un apagón en toda la ciudad.
Y te preguntarás ¿por qué eso de enterrar latas y escombros? Pues por una sencilla razón, porque así no ocupan espacio en el cubo y se reduce la frecuencia de llevarlo al contenedor que está a 200 metros.
Además, existe una extraña propiedad de la física que indica, que la cantidad de tierra que sacas de una zanja no es suficiente para rellenarla después por completo. ¿Te sorprende? Pues prueba a hacerlo.
¿Y otros sitios donde esconder las cosas valiosas?
Dentro de tu propia casa, cada uno se busca los sitios donde guardar los objetos de valor y, con los tiempos que corren no es mala idea.
Lo malo es que con los años lo mismo se te olvida. O, aunque a ti no se te olvide, puede que el resto de la familia no esté al tanto.
Una vecina de casa me contó que cuando murió su padre, como su ropa no era precisamente la más moderna, decidió donarla a la parroquia. Por suerte tuvo la buena idea de revisarla antes porque por dentro del forro de una americana, aparecieron unos cuantos billetes.
No fue gran cosa, eran billetes de mil pesetas que ni siquiera estaban en circulación, pero los cambió por euros en el Banco de España y le dio para unos cuantos caprichitos.
Más curioso aún fue lo que le ocurrió a un amigo que compró una casa muy vieja. Como no andaba muy bien de presupuesto decidió que tirar las paredes lo haría el mismo para ahorrar costes.
Un día descubrió una pared falsa que escondía algo. Eran unas bolsas con lo que parecían papeles y, por un momento se frotaba las manos soñando que fueran billetitos. Ya se veía contratando una cuadrilla para que fueran ellos los que tiraran las paredes, pero su gozo en un pozo en cuanto abrió la primera bolsa.
Lo que encontró dentro no fueron más que recortes del Interviú de los primeros tiempos del destape. Se ve que el dueño anterior tenía una mujer de las de armas tomar y esas pequeñas “distracciones” las tenía que esconder bien para que no se las requisaran.
Una decepción, aunque para aquel hombre ese era su pequeño tesoro.
Si al menos en lugar de recortes hubieran sido las revistas enteras, esas primeras ediciones seguro que tenían algún valor. Pero el anterior inquilino lo recortó centrándose en lo que digamos, no era texto.
Total, para leer ya tenía el periódico.
Un cadáver en mi jardín
Como ya imaginarás es poco probable que te encuentres un tesoro escondido en el jardín trasero de tu casa, pero cosas raras, es posible.
Una mujer de Ohio compró una casa nueva y cuando estaba cavando para poner unas plantas decorativas, descubrió aterrada que en su jardín tenía una alfombra enrollada bajo tierra.
¡Dios mío, un cadáver en mi césped!
Presa del pánico, llamó a la policía que se presentó allí con un equipo de forenses dispuestos a recolectar pruebas del finado.
Tras escarbar un poco sacaron la alfombra y al desenrollarla, descubrieron que se trataba de…una alfombra sin nada dentro.
Pero claro, dime tú que no pensaste lo mismo que la mujer Ohio. ¡Es que el cine ha hecho mucho daño!
El dueño anterior debía ser como mi padre, ya que abres una zanja, aprovechas para deshacerte de cosas de una manera más cómoda que cargar con ellas hasta el punto limpio correspondiente.
Pero no todas las sorpresas están bajo tierra
¡Qué gotelé más original!
Eso es lo que pensó una familia que acababa de comprar una casa vieja en el campo en cuyo exterior, la pared presentaba unos bultitos decorativos.
Me imagino que no mirarían con mucho detalle porque cuando decidieron lijarlo, descubrieron que los bultos eran, en realidad, pequeños huesos humanos pegados a la pared.
Un lugareño muy anciano les explicó que siglos atrás era costumbre hacer eso para espantar a los espíritus. Explicaciones aparte, me da a mí que la familia puso en venta la casa y se fue a una moderna de hormigón sin sorpresas.
Aunque tampoco el hormigón te libra de ellas. Si eres aficionado a las pelis de mafiosos del Chicago de los años 30, sabrás que era costumbre hacer desaparecer los cadáveres de la banda rival tirándolos a los cimientos de los rascacielos.
Ahora los espíritus se mueven por las bajantes del edificio. Por eso hacen tanto ruido las cañerías, ¡son los espíritus quejándose de que les echas tu mierda encima!
No estaba de parranda, este sí estaba muerto
A diferencia de la canción de Peret, una japonesa se encontró los restos de su hermano en un sótano.
Hasta aquí todo parece normal. Lo curioso es que aparecieron en el sótano de su propia casa, que ahora había heredado la hermana.
A mí me huele mal, me da la sensación de que la buena señora no buscó muy bien a propósito. Se ve que quería heredar la casa sin complicaciones y si lo encontraba moribundo…lo mismo sobrevivía, ja, ja.
Y esto es todo por hoy. Ya sabes, si te dedicas a hacer agujeros por el jardín, lo menos probable que te encuentres será un tesoro escondido, aunque si no es ese el caso, no te pido que compartas el botín, tan solo que nos lo cuentes.
Ah, para que veas que lo que te cuento no me lo invento sino que es fruto de una profunda investigación, te dejo el enlace a la noticia.
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