Las Perseidas

 

Lluvia de estrellas con humor

 
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La lluvia de estrellas cambio mi vida por completo. Mis malas notas consiguieron que mis padres se enfadaran ese verano y, cuando mis amigas se marchaban de campamento, a mí me castigaron con pasar los meses estivales en el pueblo con mis abuelos.

Todo sea cierto, esa fue la alternativa que elegí yo que, aunque no sonase nada divertida, era ligeramente mejor a quedarme en casa como el resto del año y además haciendo deberes. ¡Con el calorazo que hace en verano!

Susto o muerte…me voy al pueblo con los abuelos

Los abuelos me acogieron con alegría, era su nieta favorita y motivo de orgullo. Casi diría que los primeros días me sentí como un trofeo, mi abuela me iba presentando a todas las vecinas, las cuales siempre decían el mismo comentario “buena moza tienes por nieta”.

Después hacían sus cálculos de con qué chaval del pueblo podría ennoviarme. Así tal cual, para ellas lo único importante a la hora de buscar marido era que la edad coincidiese más o menos y las tierras que tuviera el pretendiente. Las cosas del amor ya quedaban en segundo plano.

Tampoco las culpo. Habían pasado tanta penuria durante la guerra y los años siguientes que su mentalidad era mucho más práctica que la de una adolescente que soñaba con su príncipe azul. Lo importante era encontrar un buen partido que te solucionara la vida.

Por suerte el pueblo se llenaba con los hijos y nietos de los que un ´día emigraron de allí, así que pronto dejaba de ser yo la novedad y de acaparar esos comentarios que me hacían sentir incómoda.

Ni guateques ni cine, …mejor la lluvia de estrellas

Poca cosa se podía hacer en aquel sitio para entretenerse. No había ni guateques, ni cine, ni ninguno de los divertimentos que nos gustaban a los chicos de ciudad de la época. Tan solo montar en bicicleta e ir a bañarse al río, donde en uno de sus remansos estaba lo que allí llamaban “playa”, un lugar en el que el agua te llegaba poco más de las rodillas y de vez en cuando llegaba olor a estancado.

Con un panorama así, la simple noticia que trajo uno de los chicos de la pandilla sonó muy interesante. Por aquellos días de agosto sucedía el fenómeno de las Perseidas, una lluvia de estrellas que se veía a simple vista si el cielo no estaba nublado y te alejabas de las luces de las farolas.

Como el hecho de escaparse de noche al monte para verlas parecía de lo más emocionante, allí que nos fuimos toda la cuadrilla de amigos.

Pues menuda suerte con las lágrimas de San Lorenzo

Mientras estábamos todos los chavales sentados sobre las rocas mirando a las estrellas noté tu mano sobre la mía por primera vez.

Han pasado muchas cosas en nuestras vidas desde entonces. No sé si yo fui tu deseo cuando viste una estrella fugaz sobre el firmamento, pero llegaron más noches juntos aquel agosto y más veranos en el pueblo; paseando en bici, bañándonos en el río o mirando las lágrimas de San Lorenzo de nuevo en su cita de cada agosto.

También han ocurrido otras bastante más personales, como cuando se conocieron nuestros progenitores porque nos pilló tu abuelo en sus cuadras, 3 hijos y 7 nietos que vinieron, viajes a diversos destinos, muchas celebraciones, bodas, bautizos, comuniones, Nochebuenas y algún que otro funeral, porque los años corren para todos.

Ha llovido mucho desde entonces, pero lo que no dejo de preguntarme desde hace tiempo es… ¿por qué no mantendría las manos en los bolsillos aquel 12 de agosto?

2 comentarios:

  1. y yo que me pensaba que iba a ser algo romántico jjjjjj

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    1. algo romántico sí que es...hasta que llegas la final 😊

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