Diario de una cuarentena
No
sé si habréis leído bien el título, es cuarentena, no cuarentona. Si os interesa el diario de una cuarentona, mejor
que vayáis al de Bridget Jones,
que aunque era treintañera, ¿no dicen que ahora los cuarenta son los nuevos
treinta?
Cuarentena y confinamiento...esto promete
Tampoco
tiene nada que ver con la serie de TVE del mismo título. Esta es la
cuarentena en versión elpedrete.
Día
0: nuestro presi del
gobierno nos dice nos quedemos en casita confinados. Si en ese momento estás en
casa de la suegra, ya puedes salir corriendo mientras puedas. En mi empresa me
dicen que a teletrabajar se ha dicho.
Día
1: teletrabajo desde
casa, ¡yupi! Eso es con lo que llevábamos soñando hacía mucho tiempo. Me
levanto, me aseo, me visto, desayuno…como un lunes normal. Como no tengo que
desplazarme, en lugar de a las 8, me pongo delante del ordenador a las 7.25.
A
la hora habitual del café, nos reunimos la cuadrilla por el “Whatsapp” interno
y nos contamos lo bien que estamos todos y lo formales que están los niños
haciendo los deberes.
Llega
la hora de comer. ¡Caramba! Como nunca lo hago en casa no había pensado en ese
pequeño detalle. No importa, soy un hombre de recursos, no demasiados, pero
suficientes para alguien poco sibarita.
¡Qué bonito teletrabajar durante la pandemia!, el tiempo de los desplazamientos...también trabajando
Día
2: repetimos rutina
del día anterior. Me ducho, afeito y visto como si fuera a salir de casa. No es
que sea un hombre presumido, pero el que no me vaya a juntar con nadie, no es
excusa para abandonarme. El grupo de café sigue con la moral bien alta.
Son
las 19.40, ya llevo trabajando un porrón de tiempo de más, pero como no ha habido
ningún compañero que se haya marchado de la “oficina”, ni me enteré.
Día
3: empiezo a notar
algún inconveniente al trabajar en casa. En la oficina tengo una pantalla y
ahora me tengo que conformar con la del portátil. Me estoy dejando la vista.
Hablo con un compañero y me dice que él está igual y que a veces se conecta a
la tele.
Busco un cable HDMI y hago lo propio, pero claro, esos cables no están
pensados para eso y como no es muy largo estoy tan cerca, que para verlo todo,
tengo que estar como un espectador de tenis. Eso sí, cuando te alejas, ves los
gráficos de maravilla.
Día
4: Sólo tengo que
elegir entre dejarme la vista en la pantalla de 15” del portátil o en la de 32”
de la tele, así que voy cambiando y además así ando un poco, unos 5 metros del
despacho al salón y vuelta.
Eso no estaría mal, si por el medio no estuviera la
cocina. El balance calórico no es nada positivo, bueno, mejor expresado diría
que no es nada conveniente, que positivo lo es.
Creo que voy a seguir las
recomendaciones del ministerio de sanidad y usar mascarilla dentro de casa, no
sirve para el virus, pero sí para no comer tanto. Si no fuese porque tengo que
teclear, me pondría también los guantes del horno, que dificulta cortar jamón.
Día
5: ya es viernes y yo
sin ningún plan…bueno, ni se va a notar. Descubro que los 3 niños del vecino de
arriba están en casa.
Pensé que se los habrían llevado con los abuelos, porque
estos niños son muy chillones y no los había oído hasta entonces, pero no, no
cayó esa breva. Hoy toca olimpiadas por el pasillo; carreras, salto de
longitud, lanzamiento de hermano pequeño…
Aprovechando la reclusión para entrenar las olimpiadas de 2020
Día
6: es sábado y parece
que la basura ya empieza a oler. Aprovecho que la bajo para ir al Mercadona de
la esquina. Me cruzo con un vecino y nos hablamos a gritos en la distancia,
tiene cara de enfermizo y no me la juego.
Por la calle todos nos miramos con
desconfianza, como si supiéramos que estamos haciendo algo malo. Ahora que
tengo más tiempo pienso que es buen momento para aprovechar mis cursos de cocina, así que me escribo los ingredientes
de una receta super sana.
Voy escogiendo los distintos ingredientes, pero… se
ha agotado la leche de coco. Pero como se puede haber acabado, ¡si hay incluso
montones de papel higiénico! Sin leche de coco, ya no me hacen falta el resto
de los ingredientes, así que hago el camino de vuelta devolviéndolos a sus
estantes.
Por megafonía, una voz repite con serenidad que no es necesario
acaparar, que no van a existir problemas de desabastecimiento. Esto se ve que
no lo escucharon los amantes de la leche de coco. Al menos pude comprar algo,
no sin esfuerzo, que abrir las bolsitas con guantes lleva un rato.
Vuelvo
a casa y siguiendo las instrucciones de la tele, desinfecto todos los envases
con Fairy, que lejía no tengo. Me hubiera venido bien un túnel de lavado a la
entrada para desinfectarme entero. Incluso froto los tomates que no debí
aclarar bien porque la ensalada me supo más aliñada con jabón que con aceite.
Aceite, sal...y desinfectante, el nuevo aliño de la pandemia
Día
7: es domingo, qué
mejor plan que pasar el aspirador y comenzar un libro de esos que tal y como
compré se quedó en la estantería, que por cierto, la tengo muy bonita, ideal como
fondo de videoconferencia.
Día
8: a por la segunda
semana. Volvemos al trabajo. Aprovechando que no me ve nadie, ¿qué tal si me
preparo un vermut?. Más que nada, para dar salida al tarro de aceitunas de
Navidad.
En mi empresa, todos los años en la cesta de Navidad nos incluyen
aceitunas. Pero no se trata de botecitos de esos de uso “individual” sino que
es un tarro de los grandes. Me alegra saber que este año le doy salida.
Gran
idea, los gráficos que hago hoy me parecen más logrados de color y aunque me
mareo un poco, imagino que es por el efecto “partido de tenis” antes comentado.
Día
9: drama total, se me
acaba el café en grano que me gusta y empiezo el de marca blanca que compré el
sábado. Ni con doble de azúcar sabe bien.
Hoy
me planteo la necesidad de vestirme de calle a diario.
Día
10: duchado y
afeitado como cada día, pero en lugar de chinos, camisa y jersey, me quedo con
la ropa de estar en casa; camiseta y chándal. Pero ¿quién ha dicho que no se
puede estar elegante con ropa de deporte? A ver si nunca habéis visto una
señora repeinada y maquillada con chándal y tacones.
Si es tío y no parece que
vaya de camino al gimnasio, eso es que es camello.
Día
11: la idea de
trabajar con la ropa de estar en casa parece muy buena. Tengo una chaqueta
decente a mano para ponérmela en caso de videoconferencia.
Este toque de queda va a aruinar mi glamour
Día
13: Vuelve a escasear
la comida. Tendré que pensar en ir a super de nuevo. Hace tanto que no salgo
que estoy nervioso ¡no sé qué ponerme! Parezco una adolescente eligiendo
vestido para su graduación.
Día
15: Salgo al super.
Como heredé de mi abuelo la manía de arrancar el coche de vez en cuando, no se
quede sin batería, decido ir hasta el Carrefour de las afueras. No sé si es que
tanto tiempo en zapatillas extraño los zapatos o son los días que llevo sin
conducir, que parece que los pedales del coche no van igual. Aún así, salgo del
garaje y llego a mi destino sin contratiempos.
Mis
compañeras de café dicen que van a comprar con mascarilla. Si ellas, mujeres
con glamour a raudales se la ponen, pues yo tengo menos que perder.
Tampoco
encuentro mejor ocasión para estrenarla, así que ese día, el único riesgo que
corrí fue pasar por el lineal de los chocolates…y vaya si caí en la tentación.
Dicen que el chocolate es sustituto del sexo, no estoy yo tan seguro, ¡debería
llevar mucho más tiempo consumiéndolo!
Del virus no sé si me contagiaré...pero de las ganas de comer chocolate si lo veo, fijo que sí
Aprovecho
para lanzar una advertencia. Dicen que ha habido personas que salieron a comprar
con mascarillas y al regresar a casa y quitárselas, descubrieron que volvieron
con otra que no era su pareja.
¡Qué morbo!, es como ligar en el carnaval de Venecia, donde te imaginas que quien está detrás de la máscara es un bellezón…
¿o eso sólo pasa en las pelis?
Día
16: la empresa nos
envía un correo diciendo que nos aprecia mucho pero que, hasta nuevo aviso, “por
aquí no queremos ni vERTE”.
Día
17: el que no tenga
que teletrabajar no quiere decir que cambie los hábitos, pero quizás ya no sea
necesario que me afeite todos los días.
Día
19: el despertador
sigue sonando a la misma hora que antes, sólo que yo lo ignoro durante un buen
rato. Como ya no me afeito todos los días gano unos minutos. Pienso que quizás
tampoco sea necesario ducharse todos ellos.
Día
20: empiezo a
hablarle a las paredes, pero dicen por la radio que dadas las circunstancias
eso no es grave a menos que te contesten. Lo que no me queda claro es si
entonces tengo que llamar al psiquiatra o al albañil.
Día
21: mi casa tiene
orientación este, la mejor, según la de la inmobiliaria que me la vendió. El
caso es que normalmente salgo de noche y cuando llego, o vuelve a ser de noche
o la luz es más tenue. Todos estos días, viendo amanecer, me he dado cuenta de
lo sucios que están los cristales.
Me he resistido durante algún tiempo, que tenemos
una primavera muy lluviosa, pero no encuentro un plan más excitante para una
tarde de domingo.
Planazo para el confinamiento...limpiar los cristales
Día
25: salta la noticia
de que Turquía nos ha bloqueado una partida de respiradores. Las redes sociales
arden en favor de un boicot. Si ellos no nos los mandan urgentemente,
responderemos no enviando más calvos.
Día
26: cada día, después
de comer aprovecho para verme una peli de las muchas que tengo descargadas. En
principio no sé cuál va a ser, porque en cada CD tengo grabadas varias.
Hoy me
ha tocado “Marabunta”. Si, es esa en la que los protagonistas se encierran en su
hacienda del Amazonas porque hay unos bichitos fuera que se los quieren comer.
Caramba, ya es casualidad. En nuestro caso en vez de hormigas es un virus, y al
mando no tenemos a Charlton Heston sino a Pedro Sanchez. No sé yo si acabaremos
tan bien como en el cine. Como mañana me toque “WWZ” (invasión de zombies) creo
me voy a deprimir.
Día
27: se comienza a
hablar de cómo será cuando salgamos a la calle de nuevo, que si con guantes,
mascarilla y envadurnados con hidrogel, pero el gobierno no sabe cómo hacérnoslas llegar. Yo sugeriría
el mismo método que emplean para que en todas las elecciones nos llegue sin
falta la propaganda electoral.
Día
28: Domingo de Resurrección,
pero las órdenes son las órdenes.
Día
30: los ánimos de la
población se van caldeando, nunca algo venido de China nos había durado tanto.
La plebe quiere respuestas y exige al gobierno que aclare si vamos a poder ir a
la playa este verano. Si es que no, pues pasamos de la operación bikini.
Día
32: a estas alturas
de la pandemia, tengo tantos Whatsapps relacionados con el virus, que cuando me
llaman, el móvil en lugar de sonar, tose.
Día
36: ya son muchos
días de encierro y sin ir a la peluquería. En mi barrio han pedido que el
camión que desinfecta las calles pase fumigando tinte. Han convocado a las
rubias a las 11 y a las morenas una hora más tarde.
Raices profundas..., más que una peli parece la melena de alguna
Día
38: parece ser que
los niños podrán salir de casa, pero entendimos mal el comunicado de las
autoridades. Pensamos que podrían salir un día al campo, pero en realidad
anunciaron que podrían ir al Día% y Alcampo. ¡La plebe, que es muy torpe! Al
menos esperemos que no ocurra lo de la foto.
Día
39: de sabios es rectificar
y extrañamente nuestro gobierno lo hace, los niños podrán salir a caminar. Los
muy cabrones se han hecho con el poder. Si les amenazas que no hay consola si
no se comen las verduras ellos contraatacan con dejarnos sin paseo.
Primero fue
el perro y ahora los hijos los que se nos suben a las barbas.
Día
40: al principio de
la cuarentena algunos se preguntaban por ese nombre si sólo íbamos a estar 15
días confinados. ¿ya estáis contentos, gilipollas?
Cuarentena de 15 días...pues no me cuadran los números
Día
42: los niños salen
de casa como si fueran los sanfermines. Se dan algunas escenas poco
recomendables. Los que no tienen niños que pasear amenazan a los padres:” como
no podamos salir nosotros por culpa de vuestros hijos, agarramos un megáfono y
vamos cantando quién es el ratoncito Pérez y los Reyes Magos”
Esto
es el mundo al revés, ¿desde cuándo los que tienen prole salen de casa y los
solteros recluidos?
Día
44: el gobierno
anuncia que a partir del 2 de mayo podremos salir a hacer deporte. Oye Pedro,
no sería mejor adelantarlo al 1… ¡y así vamos todos a la manifa!, que la del 8M
nos supo a poco.
Dia
45: nos explican lo
de las fases y no lo entiende ni el que lo inventó. Pero si cada año nos tienen
que explicar cómo funcionan las campanadas de año nuevo, ¿cómo esperan que
entendamos esto?
Hay que tener estudios para entender la desescalada del confinamiento
Lo único que queda claro es que volver a juntarse en el bar
serán los nuevos encuentros en la tercera fase. Eso sí, como el aforo se
reducirá bastante, sólo podrán entrar los profesionales, los que se vayan a
pedir una 0,0, que ni lo intenten.
Y si aún reduciendo el aforo se consigue ligar,
recuerda que si la chica te pregunta si llevas protección, no se refiere al
preservativo sino a guantes y mascarilla.
Hay
incluso quién dice que, dentro de muchos años, explicar las fases de
desescalamiento será pregunta de oposición a abogado del Estado.
Día
47: estoy viendo
videos de cómo cortarse el pelo a uno mismo… ¡parece sencillo!
CONTINUARÁ…¡NO
POR DIOS!
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