UNA URGENCIA MÉDICA
A mediados de
los 70, recién licenciado en medicina y con el dinero que ahorramos de los
regalos de boda, mi esposa y yo adquirimos el traspaso de un consultorio médico
en un pueblo de México.
Pensamos que sería una buena opción, porque era el
único dispensario en muchos kilómetros a la redonda, pero el doctor que se
jubilaba, trató de aplacar nuestro entusiasmo asegurándonos que allí no nos
haríamos ricos.
Pronto nos
dimos cuenta de la realidad. En aquella comarca semidesértica, el tiempo
parecía haberse parado varios siglos atrás. La práctica médica moderna competía
en franca desventaja con las tradiciones
ancestrales del chamán, un hombre robusto, de edad indefinida, rostro
imperturbable y mirada tan gélida que te helaba la sangre con sólo cruzarla
con él.
Los pocos pacientes que visitaban nuestra consulta, lo hacían siempre a
escondidas, como creyendo que la ira del chamán caería sobre ellos si osaban
dudar de sus remedios.
El chamán local imponía sus ritos sanatorios
La noche de
difuntos de 1977, mi esposa yo marchamos pronto a la cama. Una tremenda
tormenta se había desatado a mitad de la tarde y había provocado uno de los
frecuentes apagones que ocurrían en la comarca. No recuerdo con precisión la
hora que sería, pero ya llevábamos algunas horas acostados cuando el ruido enérgico de unos nudillos
sobre la puerta nos despertó.
Me asomé desde la ventana de nuestro dormitorio en el segundo piso. La lluvia caía
torrencialmente cuando estalló un relámpago que me permitió ver la figura del
chamán frente a mi puerta.
¿Halloween?... Noche de difuntos auténtica, nada de disfraces
Armado con la trémula
luz de un quinqué, bajé con mi esposa siguiéndome de cerca, santiguándose y murmurando una oración. Abrí la puerta y el
hombre avanzó al interior. Su ropa y su melena canosa despedían un intenso olor
a hierbas alucinógenas.
Sin mediar una sola palabra hizo ademán de entregarme
el bulto que portaba. Pasé el quinqué a mi esposa y lo sostuve en mis
temblorosos brazos, me giré hacia la luz para ver de qué se trataba y cuando vi
que era un niño de unos 5 años me volví
para escuchar alguna explicación, pero el hombre había desaparecido
sigilosamente.
El brujo me entregó un fardo que resultó ser un niño inconsciente
Con el pequeño
en mis brazos, entramos a la sala de reconocimiento, lo tendí sobre la camilla
y acerqué la luz para observarlo. Imaginé que habría sido víctima de las
hierbas que el chamán tenía por costumbre utilizar en sus rituales, pero pronto
me di cuenta de que lo que le ocurría al chico era que tenía dificultad para
respirar.
Incluso su rostro había empezado a ponerse morado. Deduje que algo le había
obstruido las vías respiratorias y recordando un reciente artículo publicado en
una revista médica, incorporé al paciente, me puse detrás de él y con una mezcla
de prudencia y determinación le practiqué la maniobra de Heimlich.
Dos intentos
fueron suficientes para que el objeto causante de su asfixia saliera de su
garganta y rodara por la habitación. El niño comenzó a toser y a respirar
aceleradamente hasta que poco a poco recuperó el ritmo normal y su cara tornó a
un color más saludable.
Maniobré para librarlo de una muerte por axfixia
Con el pequeño
todavía recuperándose sobre la camilla, tomé unas pinzas y el quinqué para
buscar el objeto causante del accidente. La luz apenas alumbraba un círculo de poco más
de un metro, por lo que tuve que dar varias pasadas sobre el suelo, hacia la
esquina donde lo escuché caer.
Lo encontré a los pies del armario de los
medicamentos. Lo recogí con mis pinzas y lo deposité sobre una bandeja. Mientras
lo movía para identificarlo, un escalofrío recorrió mi espalda a la vez que una
fina gota de sudor resbalaba sobre mi frente…años atrás, en mis días de
estudiante, en clase de anatomía, había aprendido a distinguir una falange
humana.
No pienses que esta historia fantasmagórica finaliza...todavíanos queda la resurreccción.
Hola Pedro. Un relato muy inquietante con cierta dosis de suspense y un final muy sorprendente. Me ha gustado mucho. Suerte en el concurso,
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Aunque suene a tópico lo importante es participar y aprovechar estos concursos para forzarse a discurrir algo.
ResponderEliminarMucha suerte para ti también
Me ha gustado mucho, sobre todo como vas construyendo tu historia y el ambiente se va tensando poco a poco a la espera del final impactante.
ResponderEliminarMuchas gracias Gipsy. Esa es la idea, aunque muchas veces se ve más claro en la imaginación de lo que luego sé escribir con palabras. Pero lo importante es intentarlo.
EliminarY para los que querais leer otras cosas relacionadas con el tema, os dejo el enlace del concurso
ResponderEliminarhttps://foro.zendalibros.com/forums/topic/concurso-de-historias-del-dia-de-muertos/
Menos mal que no lo leí por la noche... Si no, creo que la siniestra sombra del chamán se habría colado en mis sueños. Gran relato, Pedro.
ResponderEliminarhay que leerlo de dia o de noche con la luz encendida, que para eso lo patrocina Iberdrola je je
Eliminarhay que leerlo de dia o de noche con la luz encendida, que para eso lo patrocina Iberdrola je je
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